23 septiembre 2010

La igualdad, el mayor enemigo de la mujer.

No pocas luchas han llevado a cabo las mujeres para librarse de cadenas, impuestas unas y autoimpuestas otras, como para que ahora, estos paternalistas gobiernos que nos tocan padecer, pretendan establecer los cupos en base a la paridad de sexos. Con ello, las listas de candidatos, ministros, concejales, etc, deberían contener igual número de hombres que de mujeres, logrando así que para una persona en estos cargos no podamos discernir si fue escogida por su valía, sus preparación, su curriculum o simplemente para "cubrir el cupo". Si hay una mujer que podría desempeñar un cargo excelentemente, pero ya el cupo se ha cubierto, tendrá que ceder el puesto a alguien del sexo contrario, en este caso más afortunado pero no, necesariamente, más capacitado.
Así mismo se hacen leyes en las que para tratar de corregir un problema se crean uno mayor, mermando derechos a una de las partes. Si el agresor es una mujer, y hombre el agredido, la pena será menor que si fuere al contrario. Esto de tener más derechos los unos que los otros es algo que se les da bastante bien a cierta clase de progresía que se dice intelectual.
Por qué no hacemos leyes que realmente protejan a las personas, así, sin especificar sexo. Todo ciudadano debe ser igual ante la ley, sin distingo de sexo. Estas leyes absurdas no son más que vanos esfuerzos por pretender poner parches en un sistema de justicia que no funciona.
Con esto de la igualdad hemos llegado a los ya de sobra conocidos excesos de las propuestas de alguna estimada ministro que se afana en confundir genero y sexo (que las palabras no tienen sexo sino género) y se atreven a sugerir que en el congreso se hable de los miembros y miembras de ese hemiciclo.
Buenas intenciones, muchas, burradas más, pero avances concretos ninguno.
Las mujeres, al igual que el resto de los ciudadanos, lo que menos necesitan son esos parches mediáticos de los políticos, lo que necesitan es que se hagan leyes, pocas, claras y de fácil aplicación. Que se sancionen las faltas con celeridad y que se valoren más los méritos y menos las faldas o los pantalones, que bien visto, espero que aun cuando las mujeres usan pantalón no obliguen, en aras de la igualdad, a llevar falda a los del sexo opuesto.

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