18 abril 2011

De nuevo el camino

El próximo jueves estaré de nuevo en el camino. Esta vez será desde Vigo y en solitario. Serán cuatro días sin móvil, sin teléfono, sin prisas, dando un paso a la vez, que nos acerque un poquito más a la meta.
Hacer el camino de Santiago, caminando, es una experiencia que bien vale la pena vivir. No importa cuantas veces lo hagas, siempre será diferente, siempre encontrarás nuevos peregrinos, nuevas sombras en cada recodo.
Empezar muy temprano en la mañana, casi a oscuras, desplazándote en la niebla, aguzando el oído, descubriendo los sonidos del amanecer, bañándote en los colores del alba. Descubres mil sonidos nuevos y lo mejor de todo, amortiguas el ruido incesante que suele habitar en tu interior.
Escuché decirle a un peregrino en una ocasión, que en el camino todos van con el mismo uniforme, mochila a cuestas, sin disfraz; no hay abogados, ni médicos, ni barrenderos o funcionarios, solo peregrinos de pies adoloridos.
Razones para hacer el camino hay tantas como peregrinos. Cada cual se ve obligado a cargar con la suya, no son transferibles.
Un experimentado peregrino me comentaba que es imposible hacer el camino solo, que de alguna manera llevas contigo a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, a tus amigos, y van apareciendo, cuando menos lo piensas, en cualquier rincón de tu mente.
Lo cierto, es que recorrer veinticinco a treinta kilómetros diarios te permite volver a disfrutar  de comer porque sientes hambre, de beber con sed, de lograr la meta, a tu ritmo.
Para hacer el camino, no te queda otra que valerte por ti mismo, no hay ganadores ni perdedores, nadie llega antes ni después, cada peregrino vive un aventura única e irrepetible, cada uno avanza a su paso, con su carga, hacia el destino común, al que llegamos igual que empezamos, sin más compañía que nosotros mismos, rodeados de multitud de peregrinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario