01 diciembre 2010

Venezuela en metro

Democracia. Una palabra que los venezolanos hemos empleado con frecuencia en los últimos 52 años sin detenernos a pensar en su significado. Sin preguntarnos qué estamos diciendo cuando la empleamos. Democracia, en Venezuela, fue sinónimo del "poder del pueblo para el pueblo". Así, poco más o menos la vendían"adecos", "copeyanos" y demás socialistas venezolanos.
Las dos únicas cosas que nuestros políticos venezolanos han tenido en común ha sido el ansia de poder y el ser todos socialistas. Competir por hacernos ver quién se preocupaba más por el pueblo. He aquí que la palabra "pueblo" nunca se empleaba para definir el conjunto de personas de un lugar o región, sino para nombrar a la gente común y humilde de la población, en otras palabras, a los más pobres. Con la palabra "pueblo", nuestros políticos siempre se han referido al "Juan Bimba", a ese habitante de los cerros de Caracas, a ese votante al borde de la miseria absoluta, sin poder adquisitivo para acceder a una vivienda de alquiler o una hipoteca. Ese "pueblo" que al asistir a los hospitales de la Seguridad Social debe llevar consigo, además de a sus enfermos, las sábanas, jeringuilla, apósitos y demás medicamentos que algún funcionario a revendido sin remordimiento alguno o que simplemente se ha ido llevando para su casa.
Democracia y Pueblo. Un pueblo que no tiene poder alguno sobre el político de turno en el poder, quien controla instituciones, empresas estatales, licencias y permisos. Esos políticos que diseñan leyes a medida para atrapar al ciudadano común en un laberinto burocrático del que no se sale sin la bendición de algun conocido en el gobierno.
Pero el pueblo vota y es ese voto por cabeza el único valor que le asigna el político, cada ciclo electoral, al venezolano. Una cabeza, un voto. Carnaval electoral. Se cambian neveras y colchones por votos. Se invita a la fiesta del partido a brindar con cerveza, mucha cerveza. Así han sido las caravanas de la fiesta electoral en Venezuela. Pasada la resaca electoral, del "pueblo" nadie más se acuerda, hasta el siguiente carnaval.
Vendrán entonces los años del despilfarro, el derroche gubernamental. gastos en carreteras que nunca se construirán pero cuyo presupuesto, asignado y contratado, desaparecerá, sin que haya un solo responsable, un acusado, un preso por el delito de malversación de fondos públicos.
El único preso por corrupción que conocí en tiempos del la cuarta república fue el "Chino" de Recadi. Qué será del pobre chino?.
Venezuela es un país donde hemos creado una especie de apartheid light; no segregando gente de color pero si de clase social baja. Muy light ya que catires y negros bailamos juntos, bebemos juntos y despilfarramos juntos pero, juntos también, construimos dos países, donde quizás tuvo su máxima representatividad en la ciudad de Caracas. El Este para la clase media, el oeste para la clase baja. La "gente con plata" vivía en dirección Chacao hacia Altamira mientras que el grueso de la población quedaba en la periferia (los cerros) y la zona más oeste. Existía una frontera invisible.
En los cerros las madres lloraban al hijo baleado por el hampa o por la bala perdida del policía en el tiroteo con los "malandros".
El policía, vecino del "malandro", los jueces agrupados en tribus, defendiendo los intereses del partido político que los aupó en sus cargos.
En el este, las vacaciones son en Miami y los gastos de clinica están cubiertos por una póliza de seguro privado ya que la Seguridad Social no funciona. Se envía a los hijos a un colegio privado y se mira hacia otro lado ante la incompetencia de los políticos y el derrumbe de la credibilidad de las instituciones del país.
Hicimos del "contacto con el funcionario del  gobierno" un arte. Dejó de escandalizarnos el soborno y lo aceptamos con un jococo "cuanto hay pa' eso?". Ensalzamos la figura del "vivo", del  listillo de turno y lo convertimos en el modelo a seguir. "Los pendejos son los que hacen la fila"
El interés común, aquello que nos beneficia a todos, el ganar-ganar que implantaron las petroleras con  sus contratistas y proveedores no permeó al resto del país.
El 80% de la población, a mediados de los 80 vivía hacinada en los cerros, en pequeñas casas construidas con sobrantes, chapas y cartón. Apenas un  5% de la población tenía poder adquisitivo suficiente como para hacerse con un automóvil.
El Estado era el principal empresario del país, los salarios mínimos se fijaban por decreto presidencial y en paralelo el aumento del coste de la vida.
Nadie quiso ver la bomba que se gestaba a nuestros pies.
El Metro de Caracas, orgullo y paradigma, fue el detonante; quién lo diría. Derribo las fronteras invisibles de la capital y el cerro lo invadió todo. Se cerró el círculo de miseria alrededor de la capital.
Caracas, y con ella Venezuela entera, ya no sería la misma.
La gestación de 52 años de socialismo y populismo, de abandono cívico y corrupción, avalados por la pasividad de los venezolanos, terminaría pariendo el engendro bolivariano-populista representado por el teniente Coronel Hugo Chávez Frías.. De aquellos polvos vienen hoy estos lodos.
Mientras existan esas dos Venezuelas no habrá país, no habrá república, tan solo dos bandos: el de Chávez y el de los demás.
habrá un gobierno y los tontos útiles que seguirán yendo a votar para encuevarse nuevamente en su misería una vez mojado el meñique.
Un pastor para un rebaño sin responsabilidad, sin libertad.

1 comentario:

  1. Excelente radiografia de lo que ha pasado y pasa en el país.

    Un saludo

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