04 septiembre 2007

FALEMOS GALEGO

Hablar en gallego, en catalán o cualquiera que sea la lengua de nuestros padres me parece muy bien. Enseñarle a mis hijos la o las lenguas en las que deseo se desenvuelva me parece aún mejor. Creo que todo individuo tiene derecho a expresarse con la lengua que considere más conveniente a sus intereses.
Si alguien desea estudiar griego, latín, arameo, francés, ingles o cualquier lengua, viva o no, me parece estupendo que lo haga y aproveche al máximo estos conocimientos. Donde no estoy para nada de acuerdo es cuando se enarbolan banderas políticas para "decirnos" como debemos hablar entre nosotros, en que lengua, en que sitios. Cuando esa lengua se emplea para restar y no para sumar.
Desde el momento en que esa lengua, obligatoria en una región particular, se emplea para apartar de cargos públicos a quien no la domina (profesores, medicos, catedráticos, enfermeras y un largo etcétera) pasa a un segundo plano la capacidad y preparación para ejercer como contable, medico, maestra, bombero, barrendero y pasa a ser prioritario el conocer la lengua regional. Con ello, resultará que mis posibilidades de empleo se verán reducidas cada vez más en las distintas comunidades del país en el que vivo.
Que en una oficina, la que sea y en la comunidad que sea, se esté en capacidad de atender a una persona que hable en catalán, gallego, valenciano o vasco, por mencionar algunas, me parece que muy bien y para ello solo necesitamos una o dos personas, en atención al público, que se manejen en dichas lenguas. ¿Cuál es el objetivo que se persigue, brindar un servicio o tener un elemento de criba con fines proselitistas?. ¿Desde cuándo un idioma se perpetúa por decreto? Las lenguas son dinámicas, lo mismo que la civilización, en constante cambio. Se adaptan o mueren. El idioma se descubre como medio para entendernos entre nosotros no como elemento diferenciador. Hablar cualquiera de las lenguas regionales no nos hace ser menos pero tampoco más.
Por mucho que los nacionalistas insistan, enarbolando la bandera del idioma de la región, desvirtuando nuestra identidad como nación, le harán un flaco favor a sus votantes ya que lejos de convertirnos en personas universales terminarán por encajonarnos en nuestro terruño, mirándonos el ombligo y echando la culpa de nuestros males al "imperio" (español, americano, inglés, o el de turno).
De todos es sabido las dificultades que tenemos los españoles para hacer frente a la posibilidad de continuar estudios en Alemania, Estados Unidos o Inglaterra a causa del idioma. El pretender que las nuevas generaciones estudien todas sus materias (textos y explicaciones de su profesor) en gallego no hará sino levantar barreras a futuro tanto para el que desea venir a nuestra región como para el que salga de ella.
Me pregunto si han evaluado nuestros caros nacionalistas el impacto que tendrá a los 12 0 15 años el cambiar de región, dentro de su mismo país, al no entender lo que le explican sus profesores en esa nueva lengua. ¿Cuánto nos costará a todos el tener que crear cursos de nivelación linguistica gracias al capricho de quienes se consideran salvadores de las mil naciones de nuestra nación?. ¿Beneficia esto realmente a nuestros conciudadanos?¿Incrementará así nuestra calidad de vida? ¿O es que más bien nuestros nobles nacionalistas están apostando a futuro, por esos votantes, metidos en un cajón del habla regional lejanos y diferentes a todo lo que les rodea y a quienes estos adalides de la lengua regional harán ver las bondades de votarles a ellos, sus iguales, por que hablan en su misma lengua?.
Es difícil tratar de explicarle a alguien fuera de nuestro país nuestra euforia "multilinguística" en la era de internet (4,6% de las páginas web están en español mientras el 45% lo están en ingles).
Me pregunto si tendremos pronto ordenanzas en las que se prohíba canciones en idiomas diferentes al regional o, como ya hicieron algunos países sudamericanos en su día con pobres resultados, obligando a las emisoras de radio y televisión a transmitir un porcentaje de su programación con contenidos lingüísticos y culturales regionales.
Hoy en día nuestra juventud padece de una serie de carencias desde el punto de vista de instrucción, capacitación y educación que les impiden disponer de un mínimo de posibilidades de triunfo en un futuro altamente competido y que no se resolverán inculcándoles un nacionalismo trasnochado.

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